
Beberé de la luz
como falo lumínico
de saciedad,
ya sea leche o cal,
dejaré seco el faro
hasta mis entrañas
arderán de bondad.
Cerraré los ojos
para evitar la ceguera,
esa salpicadera fotosensible
dejará un reguero,
marcas de primera,
la sabiduría en las comisuras,
babeando de luz.
Bajará por el mentón,
hinchará mis pechos
de preciosa luminosidad,
arderá la garganta por fuera,
con un nido en el ombligo,
goteará su cauce,
hasta el hartazgo sexual.
Toda hinchada
como el papel, que,
da vida a esta obra,
surgiré real, con esta lengua
atravesando un mural,
en tus ojos de poema,
también seré letra.
Maravilloso