Todo estaba en el mundo imaginario de sus pensamientos, lograba tejer ideas con la mirada en una estrella fugaz, luego para no perder el hilo, ataba a la luna toda su fe.
De ahí podías verle recorrer el mar con solo mirar hacia dentro de su alma,los espacios en blanco estaban rellenos de periódicos amarillos de tanto esperar.
Cuando lograba ponerse en pie, iluminaba poemas en las mentes internas, podían florecer los árboles, de sólo pensar en él escribiendo, nunca importó lo que su corazón dijera siempre y cuando fuera prosa.
Hacia reverencias a la aurora, al mediodía y al ocaso, mirar de frente al sol ocasionaba ceguera mental. Terminaba su cigarrillo, cerraba ventanas, abría la boca y sin chistar tragaba pastillas, nada importaba.