No pude advertir el futuro
en un cruce de piernas,
no estaba preparado
al aroma a frescura ardiente,
mis ojos pestañearon
sin percibir lo esencial.
Era uno de esos momentos
irrepetibles para la piel,
el cuerpo toma providencias
en sus alertas el fuego comienza,
cae la flama de todos los imperios
hasta la roca funde su dureza.
Una saeta en la noche
con la vigilia del cuerpo
nos sobrepone ante la inminencia,
este experimento de lujuria
sacude pensamientos
tensa músculos y nervios.
Flor pareces envuelta en pétalos,
encendida cual fiebre del amor,
rosada su carne, rugosa y esponjosa,
un latido cierne su ánimo
de sangre estamos hechos, siento
cuando desnuda separo sus piernas.