Deja mis manos alzar tu cuerpo,
asegurar tus movimientos y
el vaivén del deseo
nos lleve lejos,
nos arrastre por completo,
nos deje exhaustos,
dispersos entre
nosotros mismos.
Deja en libertad mis manos
hasta los confines hechos piel,
desde donde mis dedos
vuelvan enloquecidos
de conocer la profundidad
en tu boca y el espiral
infinito de tu mirada,
ésa que pide recorra más.
Deja las ataduras de la geometría
obligar a quebrarme
en busca de tu locura,
ése sosiego deslumbrante,
ésa calma punzante,
ése orgasmo y su rotura,
en el asombro nos desconocemos
hasta el borde de un beso.
Deja al silencio conocer
las palabras creadas
desde los gemidos,
desde el fuego revuelto
en el borde de los cuerpos,
donde el encuentro es un choque
de acción y delirios,
deja soñar que te tengo.