Ayer

Imagen tomada por Bibiana

Pude bañarme con la sumisa sangre de las nubes rasgadas a muerte por el sol.

Fueron dulces las estocadas recibidas, las entradas y salidas limpias, leves gemidos del sol sin culpa.

Los espectadores: techumbres, árboles y amantes de los últimos segundos de luz. Nada dijeron

Salpicados quedaron el cielo; una carnicería con un solo nombre (atardecer).

Un susurro sórdido por cruel se logró escuchar — nos vemos mañana — desapareció como lo hacen delincuentes y asesinos seriales.

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