
En el primer beso, ambos desnudos, continuamos el camino del amor y esa marca en los labios nos impactó de la forma dictada por el alma.
Dentro del vehículo, un domingo dormido, nos desnudamos en cada beso y así totalmente entregados supimos lo que es estar cubierto.
Lo único importante fue ése desnudo, porque no fue la ropa que nunca sacamos, no fue el escándalo de amantes apasionados.
Fue el amor en dos seres desnudos y el abrigo único de esos primeros besos que por suerte no fueron los últimos.
El momento preciso en el que ser uno los dos se hizo realidad (concreta y hermosamente tangible )
Los primeros besos de un millón…