
Una canción
repta
desde
las entrañas,
dopamina
al cerebro
en vivo y en directo.
Sigo la voz
aún dormido,
no sé
si recién empieza
o
susurra las letras
por saberme
drogado,
entre efectos
de
armonía,
melodía,
ritmo y
la hermosa
matemática.
Alguien está
cansado,
apoyado
en la batería,
en las guitarras,
en el micrófono.
Distingo
el eco
en paredes negras,
la voz calma y
una línea
del teclado
sostiene la idea,
duermo.