
Todo comienza con un deseo, cruda necesidad de descubrir el alma del otro y abrigar ése frío propio; el tiempo tiene razones sin palabras ni argumentos, entonces, me repliego entre tus comisuras.
Deseo ser devorado por un instante de sangre, carne y fuego, me saboreas en cada segundo y muero para vivirte. Muero por vivirte. Estoy en tu garganta, en tu estómago y en verdad las mariposas nacen ahí y sigo su viaje.
Primero tu vientre y la calidez de tu sexo parece algo superficial. Una a una queman sus alas y depositan risas en mil colores. Estoy donde nace y muere el amor. Por qué tu, no lo sé, sólo sé que eres tú.