
Hay demasiadas horas en cada extremo, nunca se unen pero dialogan, paralelas imaginan, la apatía común y estiran sus cuellos para safar mientras se ahogan mutuamente.
No cabos sueltos, no sueños por cumplir, no sangre derramada, no tristeza ambigua, no locura sólo claridad. Un espasmo y todo se convierte en esa puerta. Ahora abierta.
Antes nadie supuso caminar con la corriente en las piernas y el agua con ganas de entrar sin permiso a tus pulmones, pero. ¿Qué sabes de dolor? O has imaginado esta escena.
Nadie supo cómo llamarle y no juego cuando el azar pulsa botones inequívocamente, porque alguien dijo estaba bien. Solo sé que su belleza no merece cualquier apuesta.