
El pensamiento de tardes sin sol y nubes al acariciar un horizonte en forma humana. El sinsentido a punto de convertirse en saludable costumbre. Vítores de la locura.
Ése desparpajo antes del exabrupto, invitación solemne a corrientes furtivas de risas de tal magnitud, a primera vista un sueño, desde acá un dejo de tristeza e impaciencia.
La rectitud en tiempos adversos y la semilla para la sequía humana, una especie de sabia advertencia antes de la caída, más de allá y en el anverso de las cartas de despedida.
La carta empeñada en ser escrita a la antigua; a mano y en una gran hoja en blanco. Una ruta por escribir y descifrar en su convocatoria pluralista. Un sello en viaje.