
Te puedo nombrar en cada beso,
respira de tu piel mi nombre pegado a los labios.
La luz entra y sale por la boca con la argucia de oscuros deseos. Ponerle nombre a tus labios o decir simplemente Rulitos míos.
¿Dónde queda la boca?
Arriba y abajo parafraseo.
Un día vino ella y me dijo:
«He venido desde cuatro vientos, entre cordillera y mar, eres la arena que llevaba en el corazón». Una sola mirada al cielo bastó para seguir el camino del aire.