
Te mueves dentro del auto
– se agitan los labios –
mis dedos en tu espalda
– se agitan tus ojos –
aprendo contigo en tu boca.
Embarcados a conocernos
– se agitan las almas –
entro y soy bienvenido
– se agitan cuerpos –
salgo y me extraño.
Otro beso pedí y me dió todo.
Un solo momento jugó a favor,
los besos llegaron con las hojas
para recordarnos algo del tiempo.
En sus ojos mi mundo pide
la boca que respira y el aire
nos rodea en torbellinos
de respiración y canto.
Te he besado aún en la distancia,
en mi psiquis permaneces
desde el pecho enganchada
hasta las chipas en mis ojos.
En tus labios encontré gracia,
inociencia y magia. La suavidad
del tiempo pegó comisuras
antes ajenas a la alegría.
Estás plantada con tus grandes ojos
— el tiempo vuela esa mañana —
me recorres suave, tierna y dulce
— nada tiene nombre contigo —
te quedas en mi boca, pegadita.
Nada nos pertenece
— lo sabemos —
somos extranjeros
— la lengua habla —
nos reconoce hijos.