La besé con la humedad del corazón
impregnada en mis labios,
con los ojos cerrados de tanto amor
guiado por instinto y presagio.
Abrí mi boca con el alma en los labios,
fui coronado con el oro de un beso
chorreando por la garganta vivaz
en el fulgor de su suave besar.
Bordeando la comisura carnosa
adentré mi andar palpitante,
un camino de sinuosa dulzura
el recorrido ligero del beso.
Éramos el momento indicado
de tanta espera estábamos hechos,
la gracia de la paciencia
se hacia agua en la boca.
Suspirábamos el amor entre labios
mordidos de tanta pasión,
nada sería más un sueño
con la carne de la lengua ensalivada.
Entre beso y beso nos decíamos amor
más y más, vamos por un millón
y la boca fue más amor de piel,
cada momento acuñado en las bocas.
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