Domingo de películas – Amadeus segunda parte

Primer acto

Expulsas toda tu temerosa sabiduría
[arden viejas notas en extrañas hojas]
revelas la fuerza de cada idea tuya
[manojos mueren entre las llamas]
la ignorancia queda boquiabierta.

Te sublevas como Dios recién egresado
[el vino hierve al compás de tu sangre]
los perros huelen ese aroma extrovertido
[entre adulaciones comienza tu fin]
caminas hacia tu propia extinción.

Tu camino otrora plagado de amigos
[las paredes frágiles al cotilleo]
se vuelve solitario y enfermizo
[revelan tus cicatrices y tu llanto
hasta el silencio te ha abandonado.

Segundo acto

La corte se rinde ante el virtuoso
[ya conoces los pasadizos de la bondad]
luego exprimen tu arte en venta
[has vivido desde pequeño en ese status quo]
sin más te inclinas ante la nueva vida.

No hay sorpresas antes tus ojos y sin embargo
[a cambio de alcohol y extravagantes fiestas]
alquilas tu alma ante los caníbales musicales y Salieri
[un pasaje desconocido de tu alma que nunca se cierra]
muestra sus garras, te abre desde dentro.

El juego está dando vueltas las cabezas y los peluquines
[entre partituras, piano y delirios la vida te espera]
desde tu corazón late una nueva sonoridad
[entre excesos tu mente crea, fascina y asesina]
la quieren devorar a toda costa, sin importar tu precio.

Las pequeñeces de un mundo te llevan en andas, eres el nuevo Dios, una oveja en piel de lobo. El histrionismo de la época desvanece tus cruces, las ocultas entre las noches de música y laxo decoro. Ahora eres aclamado, seguido, amado y odiado con el mismo fervor, nacen y mueren detractores de tu genialidad, alegando un simple arrebato de niño descendiendo de cuna de oro y católica, y sin embargo, los ves desde alto, cual Odín lanzando luces y encegueciendo al séquito real. Estás para eso, para ensalzar egos y vanagloriar reinados.