Sabrá Martynov lo dulce
de sus labios, cuando escuchamos
los violines, tratando de ensalzar
cada beso que nos dábamos.
Cada nota sinuosa colándose
por las comisuras de los te amo,
abrazados a los labios
un arpegio de besos sonaban.
Nos miraban los músicos, «molto felice»,
en la punta de las lenguas, vibraban
los tonos más agudos y el eco,
nuestros besos al compás del amor.
Volvían seduciendo con su paz de cuerdas,
el corazón entre nuestros dedos,
de pentagrama teníamos la piel,
sentíamos la tinta hundiéndose hasta el alma.
Precioso, Poeta. Qué versos tan bonitos.
Muchas gracias Melba, quiero leas algo, mando correo de inmediato.
Envíalo. Con gusto.
Me encanta tu poesía, sublime deseo de amor.