
La música nos llama y enciende el cielo. Una trompeta entra por la piel con la fascinación de un ilusionista, toma el corazón y lo hace vibrar.
El piano: conmueve su sonido a sangre pastosa y dulce, a borbotones de acordes nos recuerda el camino de blancas y negras avanzar.
«Un solo de saxo sensual» pone las alarmas en On. Nadie está indiferente ante esta conjunción de sonidos melancólicos y alegres.
Un pulso desde el interior despierta la soledad del contrabajista y nos arrrea a los ritmos ensordecedores del Jazz. Se vive la música cuando ella vive con uno.
Lo que no se puede expresar con palabras, el jazz. Tan igual cuando no podemos definir el amor con exactitud. Se siente y más nada.
Buen fin de semana.
Manuel